Las mascaradas de invierno:
Las mascaradas son muy comunes en la provincia de Zamora y cada vez reúnen a más visitantes que quieren conocer las tradiciones.
Sin duda este año está siendo un año extraño en lo que a celebraciones se refiere. Dada la actual situación derivada de la crisis sanitaria toda aglomeración o festejo está muy limitado.
Hoy nos centraremos en la manera habitual de celebrar el Zangarrón de Montamarta. Mascarada enmarcada dentro del «Ciclo de los 12 días» que transcurre entre Navidad y Reyes.
El Zangarrón de Montamarta
Entre los locales el Zangarrón es también conocido como Zangarrina, quizá para diferenciarlo del Zangarrón de Sanzoles.
Se celebra el día del año y una réplica el día de Reyes y en él participan varios personajes, el Zangarrón o diablo y sus pajes, que generalmente son dos.
El Zangarrón necesita ayuda para vestirse, pues sus vestimentas van cosidas. Lleva una pierna gualda y otra amarilla, mantilla de piel de animal, careta, blusón – zurrón, cencerros y vejigas hinchadas y un asador de tres puntas parecido a un tridente que es lo que le ha dado el sobrenombre de diablo al Zangarrón.
Una vez vestido da una vuelta por todas las calles sonando los cencerros. La idea, despertar a los vecinos y anunciarles que llega su fiesta un año más.
Antes de la misa el Zangarrón vuelve a salir acompañado por los pajes. Felicita el año nuevo a todos los vecinos, excepto las casas que tienen luto reciente. Los vecinos dan aguinaldo, antiguamente viandas, aunque cada vez es más habitual dar dinero, y el Zangarrón guarda los donativos en su zurrón o se los entrega a sus pajes.
Si el aguinaldo es generoso se exhibe, si es ruin o nulo da a los jóvenes 3 golpes con el asador en la espalda, y a las mozas les levanta la falda.
Un momento álgido es cuando el Zangarrón, camino a la iglesia debe saltar el arroyo que discurre hacia el Esla. El prestigio de la quintada depende de ese salto.
El Zangarrón se queda fuera de la iglesia, pero al finalizar la misa, se levanta la careta y entra, cayendo de rodillas, clavando su asador en las dos tortas que sirven de ofrenda. Sale sin mirar atrás y haciendo 3 genuflexiones.
Al salir entrega las dos tortas a los quintos quienes las reparten entre el pueblo allí congregado, que las acompaña con los donativos y viandas entregadas al Zangarrón.
En el tiempo que queda hasta la comida, aprovecha a descoser su vestido, por si tuviera alguna necesidad. Luego vuelve a vestirse y continúan las carreras por las calles del pueblo.