«Gigante de nuestro arte»
Manuel Gómez Moreno, 1927.
Hoy os vamos a llevar hasta las orillas del río Esla, donde se encuentra el Monasterio de Santa María de Moreruela, uno de los más poderosos e influyentes del Císter en la Hispania medieval. Gigante de nuestro arte, en palabras de Gómez Moreno. Sus dominios se extendían por tierras de Zamora, León, Valladolid, Salamanca y Bragança. De su antiguo esplendor hoy sólo podemos contemplar una parte, debido al desmantelamiento del conjunto monástico a consecuencia de la desamortización de 1835. No obstante su estado ruinoso, sigue siendo uno de los lugares con mayor encanto de nuestra provincia. Es Monumentos Histórico Artístico desde 1931 y ha sido comprado por la Junta de Castilla y León en 1994.
Historia y orígenes
Los orígenes son oscuros y muchos historiadores apuntan a que se remontan al siglo IX-X, cuando los monarcas asturleoneses promovieron la repoblación de las tierras al norte del Duero, con una clara apuesta por los cenobios y monasterios. La primera fundación se atribuye a San Froilán en Moreruela de Tábara. A finales del siglo X esta comunidad se trasladaría al emplazamiento actual, dando lugar al Monasterio de Santiago de Moreruela. Pero no será hasta 1143 cuando el rey Alfonso VII, impulsor de una nueva repoblación de estas tierras, conceda al noble Ponce de Cabrera la villa de Moreruela de Frades. En las siguientes décadas la comunidad de benedictinos del monasterio de Santiago se acogerían a la reforma del Císter y cambiarían la advocación de Santiago por la de Santa María.
Época de esplendor
Una vez afiliado al Císter, el monasterio de Santa María de Moreruela aumenta su influencia y se produce una expansión territorial, gracias especialmente a las donaciones reales y de la nobleza. Su ascenso tendrá su punto culminante en el siglo XIII y llegará a dominar extensas áreas de las actuales provincias de León, Zamora, Salamanca y el interior de Portugal. Este dominio territorial se apoyó en la diversificación de su economía: agricultura, explotación de materias primas, ganadería, explotación de aceñas y molinos. A finales del siglo XIII era el tercer monasterio cisterciense peninsular, después de Poblet y Alcobaça.
A finales del siglo XV el monasterio se une a la nueva reforma cisterciense en Castilla, pasando a formar parte de la Congregación de la Regular Observancia de Castilla. El monasterio volvería a vivir unas décadas de nuevo esplendor desde la segunda mitad del siglo XVI y durante todo el siglo XVII. Su economía siguió ligada a la agricultura y a la ganadería. En estos momentos se realizan grandes obras de ampliación del conjunto arquitectónico.
¿Cuántos monjes hubo?
Se estima que durante su época más esplendorosa, en el siglo XIII, la comunidad monástica estaría integrada por cerca de 40 monjes blancos (el hábito de los cistercienses, tras la reforma de Roberto de Molesmes), otros tantos conversos (o hermanos legos), y un conjuntos de siervos domésticos, además de varias familias de campesinos que vivían fuera del monasterio.
Dentro del monasterio, los monjes y los legos no compartían los mismos espacios, ni siquiera en la iglesia.
En 1835, año de la Desamortización, sólo quedaban 12 monjes.
El monumento en nuestros días
A pesar de encontrarse en ruinas, las estructuras arquitectónicas han sido consolidadas a lo largo de esos últimos 30 años gracias a varias campañas de trabajos arqueológicos y reparaciones llevadas a cabo por las Junta de Castilla y León. Llegar al conjunto monástico sigue produciendo una sensación de asombro por las dimensiones que llegó a tener y que siguen impresionando.
Se conserva la iglesia medieval en planta, con el transepto y la cabecera, pero sin prácticamente nada de su abovedamiento. La iglesia impresiona por sus dimensiones y posee la mejor cabecera del Císter en España, con múltiples ábsides que por fuera ofrecen un espléndido juego de volúmenes.
Desde la iglesia se accede al claustro medieval, que nos presenta su organización:
- el «armarium» para almacenar los libros que los monjes leían al salir de los oficios
- la sala capitular, donde se celebraba diariamente un capítulo presidido por el abad
- el «locutorio», un pasillo donde el prior distribuía las tareas materiales y único sitio donde los monjes podían hablar
- la prisión de monjes
- la sala de trabajo o sala de monjes, estancia destinada a realizar múltiples trabajos manuales.
- Mediante unas escaleras que se abren al claustro y también a la iglesia, se accede al dormitorio, situado en la planta superior.
Por el contrario, nada se conserva del refectorio, de la cocina, de los almacenes y tampoco del ala de los legos o conversos, que vivían separados de los monjes. Sí que se puede aún contemplar el segundo claustro, llamado de la hospedería, así como la antigua portería y parte de la botica.
La última intervención que se ha realizado se ha centrado en otra imponente ala que se encontraba hasta ahora completamente invadida por la vegetación. Nos referimos al ala de novicios, un espacio alargado y de hasta tres plantas que se construyó entre finales del siglo XVI y principios del XVII como ampliación del conjunto.
Nuestras visitas
Si quieres conocer todos los detalles sobre la arquitectura, arte e historia de este sorprendente lugar puedes contactar con nosotros para informarte de las modalidades de visita. Existen visitas guiadas gratuitas patrocinadas por la Diputación de Zamora, dentro del programa Déjate Llevar. También puedes contratar una visita guiada privada para descubrir el encanto del Monasterio de Moreruela.
Recuerda, una visita guiada no es un freetour.
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