Al principio del siglo XX, Zamora, al igual que otras ciudades españolas se vio en la necesidad de crear cementerios a las afueras de la ciudad.
En el caso del cementerio de Zamora el detonante fue la epidemia de cólera que asoló la ciudad en el 1832.
Mientras se decidía la creación de un nuevo cementerio existieron 47 lugares diferentes para enterrar a la gente. Las parroquias de la Catedral, San Isidoro, San Ildedonso, la Magdalena y San Cipriano dispusieron que se llevaran los enterramientos en la Casa Hospicio.
Las parroquias de Santa Lucía, Santa María la Nueva San Juan,San Vicente, San Leonardo y San Bartolomé en el hospital de los hombres .
Las parroquias de San Antolín ,San Esteban, San Torcuato,Santiago, San Salvador, San Esteban,Santiago, y San Andrés en el hospital de mujeres.
La Junta Superior de Sanidad es consciente de que esta medida no era la solución idónea ya que no evitaban la cercanía de los ciudadanos a los lugares de enterramiento, sino que simplemente cambiaban de ubicación.
Por ello se instó al ayuntamiento a la construcción de un cementerio provisional a la espera del definitivo.
Se barajaron varios lugares para su ubicación: el lugar conocido como «el Calvario» en las Tres Cruces y la llamada «Casa Santa»,actual Colegio Universitario.
Finalmente se optó por el lugar que ocupaba la ermita de San Atilano, la cual hubo que «girar» al lugar donde se encuentra ahora.
Los primeros enterramientos del cementerio de Zamora , conocido como San Atilano,datan del 23 de agosto de 1834.
PANTEONES DE INTERÉS EN EL CEMENTERIO DE SAN ATILANO
Existe un panteón llamado » de los Ilustres » propiedad del Ayuntamiento de Zamora que fue inaugurado en el año 2012 con las cenizas del escultor Eduardo Barrón.
Tambíén está allí enterrado el poeta y escritor Hilario Tundidor.
Existen más ilustres zamoranos , fallecidos con anterioridad al 2012, que podrían estar allí enterrados como el imaginero Ramón Álvarez, Claudio Rodriguez, el maestro Haedo…
El panteón de Paula Cancelo se proyectó bajo el diseño del arquitecto Segundo Viloria de estilo neorrománico.
Destaca la puerta de la entrada con el alfa y el omega.
El panteón de la familia Bobo es obra del arquitecto Gregorio Pérez Arribas en el 1928.
Se trata de la obra más grandiosa del cementerio.
El panteón de Elvira Alonso es atribuido a Pérez Arribas de estilo neogótico.
Son muchos más los panteones y sepulturas que merece la pena conocer, a veces no por su arquitectura sino por la historia que esconden las personas que allí descansan como Amparo Barayón o Isabelita de Jerez.
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